iba caminando por la calle
solo y casi sin rumbo
llevaba un par de historias en la mochila
y unas cuantas vidas en la cabeza
prefirió ser así
desposar a la soledad
romper el himen del amor
así, en su corazón
ya no habría espacio para remordimientos
escuchaba siempre el mismo barullo
el susurro del río
o las piedras bajo sus botas
pero ya nada se sentía igual.
el hombre estaba acabado
los días se convertían en noches,
cada vez estaba más ciego
y era porque nunca pudo sostener
la tregua entre sus sentimientos.
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