martes, 6 de octubre de 2009

Pasión menguante

Apreta sus labios, el llanto no puede ser oído en el cuarto de al lado. Mira por la ventana y la calle sigue su rutina, sin inmutarse de la batalla infernal que se libra en el sofá-cama. Quién juró lealtad al rey hoy se inclina ante un paria.
Un intercambio de miradas perdidas.
El día parece no acabarse cuando él la besa, pero ella prefiere la noche. Se resisten al juego. La verdad es que el tiempo no perdona y ambos creen saber la verdad.
En el juego y en la guerra son mentiras los empates, porque siempre hay uno que apuesta más.

1 comentario:

Paola R. Senseve T. dijo...

Qué buen final..."son mentira los empates".