miércoles, 28 de enero de 2009

La boca del lobo

- La gracia de la venus justamente estaba en sus manos: era una copa de vino. - Me contó el viejo amigo, mientras sostenía un borgoña recién abierto, era talvez el cuarto de la noche. Yo por toda respuesta largaba una bocanada de humo gris. volvió a abrir la boca, con aquel aire filosófico que le aparecía cuando tomaba de más.
- vaya uno a saber, si así o si engaña, en aquel callejón, si sabía Gauna...- cantó, o vale decir, medió gorgojeó, y se sentó en el piso. Se notaba cansado el pobre viejo, pero la calle estaba vacía y necesitábamos un descanso, el largo viaje de la noche nos perseguía junto a un terrible frío. Me miró atento, brindó su mirada con la mía y la botella en el aire, y él con su trago, yo con mi cigarro, ambos tomamos nuestro elixir y los disfrutamos brevemente.
- Dicen que el viejo Formilianni se disparó en un huevo la otra noche ¿sabés algo de eso vos? - Le tiré al vuelo la pregunta para ver como reaccionaba, en realidad estaba esperando que se asustara o algo así, pero su mirada se despertó de repente, me miró fijamente, y volvió su mirada al frente, tomó un sorbo de vino y respondió- No, ese viejo marica ni en pedo, ni en el peor pedo se iba a hacer algo así, yo lo hice por él, embarazó a "la gringuita" y tuvo su merecido, ella no puede bancarse ella sola, peor con un regalito como ese.
Fumé en silencio un rato con la mirada en el piso de la calle enlozetada. Levanté la mirada y el viejo de mierda me estaba apuntando con una pistola plateada, relucientemente plateada, y que se veía bastante pesada, no creo que le temblara el pulso al apuntar a alguien.
- Ahora tengo que seguir, ¿vós también te la tiraste no? Vós podés ser otro puto padre hijo de puta ¿no?- amenazó con una voz ronca mientras se apraba y se acercaba sin dejar de apuntarme.
- No, no jodas Franco, no jodas con eso, lo hicimos en común acuerdo, lo del viejo Formilianni fue diferente, el se lo merecía, además ella quería hacerlo y fue hace tiempo, no jdoas bajá esa mierda de enfrente mío. - Hablé rápidamente, sin lugar a que dudara de mi versión, tenía que creerme, no había otra.
- No jodas vos, ¿que te crees? ¿que por ser el más pendejo de nosotros podés tirarte a "la gringuita"?? - Respondió con un dejo de inseguridad en la voz.
Me acerqué rápidamente a él, le quité el arma, y él se quedo mirándome estúpidamente, casi como un niño al que le quitaron el juguete y le están regañanado. Sin dudarlo ni pensarlo siquiera le pegué un cachazo en la sien. Pude ver como se desplomaba lentamente frente a mi.
Huí corriendo en y me me tí por el primer callejón que encontré, respiré profundo y seguí caminando. Aún faltaba para que terminara la noche.

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