viernes, 3 de octubre de 2008

ce'st la vie...

Ese infinito lugar donde uno cuenta las habas y los porotos como si fueran de oro, una a una, uno a uno. Estoy callado. Vós me dejás sin habla ¿qué querés que diga?

Un mundo que se cae, se corrompe sin piedad y a nada ni nadie perdona. Lo único que queda por disfrutar es la milésima de segundo que dura una vida, esa vida que nadie se fija en cómo la vive.
Hoy un gato negro se atravesó en mi camino, mala suerte para él - o tal vez buena ¿quién sabe?- porque abrazó la llanta de mi camión por casi 30 metros, y luego se fue a jugar con sus hermanos, los que ya están muertos.
Un cangrejo rojo, de esos que caminan raro, mordisqueó ayer la punta de mi zapato, tan grande el mordisco y aún peor el susto que terminó cerca de la china, y yo que profesaba el autocontrol y el cuidado a la diosa Natura... ni modo.
Ahora recuerdo que anoche cuando tu sonrisa iluminaba el universo no esperaba que pase nada más, ni siquiera que el tiempo nos envejezca. Hoy me doy cuenta que somos polvo, aunque digamos que aún estamos vivos: ya somos polvo.
Y mientras tanto prefiero comer, correr, dormir, tirarme en el pasto, también en tu cama, despertarme, levantarme, sacar una foto, escribir un libro, escuchar aquella música. soñar un rato, volar otro tanto, coger, soltar, recoger, voller a soltar, volver a dormirme entre tus ojos y seguir así mientras aquel segundo que perdí aún esté vigente.

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