Vino la noche
y ella se acuesta
tibia y serena
al lado mio.
Busco en su sonrisa
la paz que merece el día.
Entre la hierba
se detiene la vida.
Muere un último instante
y antes de dormirse
le cierro los ojos
con cuidado,
para que no mire con dolor.
El humo se levanta con el polvo
y deja a su paso
una cicatriz en la memoria.
Escucho su corazón,
la sangre que recorre su cuerpo
ya no será tan roja
sino más bien pálida.
Sueños para adentro
sigue soñando el mismo amanecer.
Es un niño que aún no despierta
Era un niño que aún busca su adultez.
Perfecta y serena
ella se acuesta a mi lado
y otra vez soñaré.
Profunda y pacífica
me encierro en ella
como un capullo de seda.
En el manto de
mis dudas
del futuro
dejo las noches en vela
y mi seguridad
de ser quien la haga reír
se queda entre palabras.
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