martes, 6 de diciembre de 2011

la soledad tiene nombre de mujer

fumó su último cigarro y no logró encontrarse en sus miles de espejos, ni en los nombres que le pusieron ni en las fotos que aparecía ni en las sonrisas que tiempo atrás consiguió robar, mucho menos en los besos que recordaba.
comenzaba a creer que no existía, nadie le contestaba el teléfono. ni michelle, ni rita, ni ninguna otra apareció para salvarlo. comprendió que estaba condenado a besar labios sin sal. tampoco sabrina, con su portuñol y sus faldas cortas podría ayudarlo, levantarlo. era otra cosa, algo con los recuerdos, los bailes, las imágenes, la ciencia inexacta.
los manjares de su adolescencia que disfrutó le dolían en el pecho.
decidió apagar las luces y dormirse, al fin y al cabo debería estar orgulloso de tener un pasado como el suyo, aunque no pudiera repetirlo.

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